viernes, 25 de diciembre de 2015

QUE MINA INAGOTABLE, ES EL PEDIR.

HOY 25 DE DICIEMBRE ES NAVIDAD
Día que, según nos vienen diciendo la religión y tradición cristiana nació Jesús. Hoy todo el mundo debería ser feliz, pero por desgracia, la gente sigue llorando por las guerras, que vienen destruyendo la paz, los pueblos, y la dignidad de la gente. Esto ya debería ser cosa del pasado, pero las cuestiones y discusiones nunca acabarán y como decía aquella canción “el que tiene un peso quiere tener diez”, etc.
Aunque siempre ha habido gente pobre y “pobre gente” pero los caraduras siguen existiendo y también esos engañadores y timadores que se aprovechan de la gente buena: como este mendigo de la poesía de don José Espronceda.
José de Espronceda fue un reconocido y destacado escritor romántico, que vivió en España entre los años 1808 y 1842. Desde su adolescencia mostró un profundo interés en distintas cuestiones culturales, y supo reunirse de amistades que satisficieran su sed de conocimientos.

EL MENDIGO
Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan si doliente pido
una limosna por amor de Dios.
El palacio y la cabaña son mi asilo,
si del ábrego el furor
troncha el roble en la montaña,
o que inunda la campaña
el torrente asolador.
Y a la hoguera me hacen lado
los pastores con amor.
Y sin pena y descuidado
de su cena ceno yo,
o en la rica chimenea,
que recrea con su olor,
me regalo codicioso
del banquete suntüoso
con las sobras de un señor.
Y me digo: el viento brama,
caiga furioso turbión;
que al son que cruje de la seca leña,
libre me duermo sin rencor ni amor.
Mío es el mundo como el aire libre...
Todos son mis bienhechores,
y por todos
a Dios ruego con fervor;
de villanos y señores
yo recibo los favores
sin estima y sin amor.
Ni pregunto quiénes sean,
ni me obligo a agradecer;
que mis rezos si desean,
dar limosna es un deber.
Y es pecado la riqueza:
la pobreza santidad:
Dios a veces es mendigo,
y al avaro da castigo,
que le niegue caridad.
Yo soy pobre y se lastiman
todos al verme plañir,
sin ver, que son mías sus riquezas todas,
qué mina inagotable es el pedir.
Mío es el mundo: como el aire libre...
Mal revuelto y andrajoso,
entre harapos, del lujo sátira soy,
y con mi aspecto asqueroso
me vengo del poderoso,
y a donde va, tras él voy.
Y a la hermosa que respira
cien perfumes, gala, amor,
la persigo hasta que mira,
y me gozo cuando aspira
mi punzante mal olor.
Y las fiestas y el contento
con mi acento turbo yo,
y en la bulla y la alegría
interrumpen la armonía
mis harapos y mi voz:
Mostrando cuán cerca habitan
el gozo y el padecer,
que no hay placer sin lágrimas, ni pena
que no traspire, en medio del placer.
Mío es el mundo; como el aire libre...
Y para mí no hay mañana,
ni hay ayer;
olvido el bien como el mal,
nada me aflige ni afana;
me es igual para mañana
un palacio o un hospital.
Vivo ajeno de memorias,
de cuidados libre estoy;
busquen otros oro y glorias,
yo no pienso sino en hoy.
Y do quiera vayan leyes,
quiten reyes, reyes den;
yo soy pobre, y al mendigo,
por el miedo del castigo,
todos hacen siempre bien.
Y un asilo donde quiera
y un lecho en el hospital
siempre hallaré, y un hoyo donde caiga
mi cuerpo miserable al espirar.
Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan, si doliente pido
una limosna por amor de Dios.

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