jueves, 9 de noviembre de 2017

CONVERSACIONES ENTRE AMIGAS 9

¡VIVA NUESTRA JUVENTUD DE
AQUELLOS TIEMPOS!
CONVERSACIONES ENTRE AMIGAS
Paquita y Luisa parece que se encuentran ya restablecidas cada una de sus dolencias y han salido juntas para encontrarse con otras cuatro compañeras, con las que a veces van a jugar a las cartas, todas ellas son muy aficionadas, aunque como no todas están en el mismo barrio solo se juntan en contadas ocasiones. Resulta que en un bar del barrio de Paquita han hecho un concurso de brisca y ellas aspiran a ganar el primer premio. Este bar es una sociedad y un centro en el que están inscritas personas de diversas provincias, que por una pequeña cuota anual tienen derecho a hacer trabajos manuales, gimnasia, viajes culturales y otras muchas cosas, en las cuales también aportan una pequeña cuota a sus profesores y profesoras. Tienen su grupo de dulzaineros, otro de danzas y un coro de hombres y mujeres, con su estupendo director que cantan  fenomenal. Celebran las fiestas del pueblo en el que viven, las de su provincia y las de su comunidad, tienen una semana cultural y entre otras cosas hacen una estupenda comida de hermandad, planean excursiones y concursos, incluso de literatura, su grupo de danzas organiza bailes y su coro canta en varios sitios. Lo cierto que es una semana bastante entretenida y lo pasan muy bien.
Las dos amigas tienen intención de dar un paseo antes de entrar a tomar su café, y mira por donde, se encuentran con la vecina de Paquita. Hoy no lleva a sus nietos, dice que los niños están en casa de ella, con su madre y el abuelo, ya que su hija se ha quedado con su padre porque este anda un poco mal y ahora no sale a la calle tanto como antes. Ella se va porque al final, ha hecho caso a lo que ellas le aconsejaron el otro día, y le toca psiquiatra. Dice que está contenta, porque allí han hecho un grupo y cada una cuenta sus experiencias. De verdad hay algunas bastante tremendas y como “mal de muchos consuelo de tontos”, por lo menos se consuelan unas a otras y descargan un poco sus inquietudes y sus malos ratos.
Las dos amigas se alegran por su mejoría y se despiden de ella con la esperanza de que todo se arregle lo mejor posible.
Cuando caminan a su centro social se encuentran con sus otras amigas, con las que van a compartir su partida y su tarde. 
Quien nos lo hubiera dicho a nosotras cuando estábamos en nuestros pueblos, teníamos que ir al campo a segar a mano y llevar el estiercol de las cuadras y corrales en sacos grandes o carros para abonar la fincas, ir a lavar al río, y no teníamos ni una triste radio, ni agua en casa, ni baño, ni tantas cosas que tenemos y tienen ahora estos jóvenes. Eso hemos salido ganando pero ¡Dios mío!, ¿qué narices les falta ahora?, si están viviendo en una balsa de aceite. A nosotros nadie nos dio nada, todo nos lo ganamos honradamente con nuestro trabajo y si no teníamos trabajo no había ni paros ni gaitas, ¿que se creen estos fantasmillas de ahora, que todos nacimos ricos? Ahora tienen derecho hasta a que les den una casa, ¡pero hombre! ¿Quién nos la ha pagado a nosotros?, sí que valían menos, pero así se ganaba también. Poco a poco se fueron ganando derechos, pero también teníamos deberes ¡y muchos!, ahora solo hablan de derechos y creo que si empiezan así, los que se habían ganado con mucho esfuerzo, se volverán a perder, por tanto imbécil que hay, y vete a saber de dónde han salido.
Las chicas han llegado a su destino y procuran olvidar todos los problemas, se centran en sus cafés y charlan con sus conocidos, amigos y socios que como ellas se reencuentran allí de vez en cuando para pasar el tiempo lo mejor posible.  


miércoles, 1 de noviembre de 2017

CONVERSACIONES ENTRE AMIGAS 8

LOCOS DE ATAR
Hoy las amigas Paquita y Luisa han quedado para encontrarse en la casa de Luisa, ésta se encuentra enferma y no la apetece salir. De momento solo tiene catarro, le han puesto la vacuna de la gripe y ella le culpa a la dichosa vacuna y dice que el próximo año se va a pensar si se la inyecta. El médico le aconsejó vacunarse y es la primera vez que la toma. Hasta ahora no solía coger catarros y ahora como ella dice, está hecha una birria, y no se sabe qué hubiera pasado si no se la hubiera puesto. Su hija Marta está con ella y la dice que no se preocupe, que eso es normal, se curará rápido, y si ahora la coge la gripe, no será tan fuerte.
Han llamado al timbre, y al abrir Marta la puerta de la calle, se sorprende al encontrar a  María y a su madre. Se saludan como de costumbre y pasan hasta la sala: allí se encuentran a Luisa un poco enfadada por no poder salir a la calle, pero encantada de tener tan buena compañía. Las visitas se sientan y como de costumbre la conversación se centra en su pueblo y sus recuerdos de antaño. Marta saca del armario una bandeja, una caja de galletas, almendras garrapiñadas y una botella de vino dulce; pero Luisa hace la consabida pregunta ¿Qué os parece si sacamos otra cosita que también nos va a gustar? Va rápida a la cocina y saca un buen plato con jamón, una bandeja con una jarra de café con leche, unas cuajaditas y quesito fresco de su tierra. Las más jóvenes sonríen y Paquita le dice a su amiga que empiece ella por lo que quiera, y las demás la seguirán. Mientras toman su refrigerio, las cuatro mujeres hablan de sus familias, dolencias, inquietudes, y como dice Luisa “otras pocas tonterías”. Paquita les recomienda a las chicas que vayan a dar un paseo, o a lo mejor necesitan ir a recados, ella se quedará haciendo compañía a Luisa hasta la hora de ir a casa. Las chicas aceptan y Marta le dice a su madre que le llamará por la noche y vendrá a verla al día siguiente. Después de la despedida las chicas salen de la casa.
Luisa pregunta a Paquita por su vecina, ésta dice que no la ha vuelto a ver desde el día del parque, y ha oído decir que su marido no está bien. Las dos comentan algo sobre la vida que ha llevado el hombre y desean que pronto se ponga bien. 
Después de cambiar de conversación, Paquita se despide deseando que su amiga no tenga más consecuencias y el próximo día puedan verse en el parque ya sin preocupaciones de ningún tipo y con la tranquilidad de siempre.