domingo, 20 de julio de 2014

LA BUREBA


 

Es para Azorín, "el corazón de la tierra de Burgos" y de todas las regiones naturales de España una de las más bonitas. Y razones no le faltan. Situada al noreste de la provincia burgalesa, la Bureba es una de las comarcas mejor definidas en cuanto a paisajes, rica en historía y generosa en gentes, monumentos y recuerdos. Aunque cerealista, corren estas tierras numerosos ríos y arroyos que la hacen fértil y le permiten el cultivo de frutales. La capital de la comarca es Briviesca y en torno a ella suenan, sonoros y rotundos otras villas y lugares cargados de ensoñaciones. Rica y generosa en recuerdos que se pierden en la noche de los tiempos y en lenguas hoy desconocidas que le dieron nombre. Bureba y Briviesca lo toman de una divinidad ancestral, Vurovio, dios de los autrigones. Por estas tierras pasaron pueblos celtas, los romanos trazaron calzadas, establecieron villas y poblados y las corrieron godos y árabes hasta que, en los albores de la Edad Media, una linea defensiva de castillos roqueros conforman la primitiva Castilla. En la comarca burebana se entra, desde Burgos, por la carretera N-1, pasando el Puerto de la Brújula (981m.) conocido en la antigüedad por el alto de la "cuculla", hasta que en 1791 el rey Carlos III mandó poner aquí una brújula para guia de caminantes.
   El artificio terminó por imponer su nombre al alto, aunque el calificativo de puerto le sigue quedando grande. Aquí los romanos encontraron la ciudad autrigona de Tricio-, citada en el -Itinerario de Antonino-  y por aquí hicieron discurrir la via de Aquitania, junto a la calzada que unia Zaragoza con Astorga.

viernes, 18 de julio de 2014

BURGOS MI TIERRA

   
BURGOS MI TIERRA

  
LA CATEDRAL EN EL CORAZÓN
Ante la fábrica maravillosa de la catedral -dice Teófilo Gautier: "Aunque se mirara dos años seguidos no se vería todo; es algo gigantesco como una pirámide y delicado como una joya femenina, y no se comprende cómo tal filigrana puede sostenerse en el aire durante siglos y siglos... Burgos tiene una catedral que es una de las más bellas del mundo".

   SU PROVINCIA
  
Al norte de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, la provincia de Burgos –una de las más grandes de España–, presenta a los ojos del visitante una diversidad de paisajes de acentuados contrastes. La variedad de su orografía ofrece variedad de paisajes. Al norte, las cumbres de Ordunte parten divisorias entre el valle de Mena en Burgos y el valle de Carranza en Vizcaya, con vistas, en días despejados, del Cantábrico, entre Laredo y Santoña.
Lejos de aquella definición simplista de parameras y tierras mesetarias. Característica fundamental de la provincia es su heterogeneidad, contrastando la zona de llanuras en el centro y sur, tierras de cereal que se extienden por los páramos, desde La Lora hasta las orillas del Duero, cerca de Aranda, con las montañas del norte y noroeste, últimas estribaciones de la Cordillera Cantábrica, y las elevaciones rocosas del Sistema Ibérico, con los grandes bosques de pinares en la Sierra, y los fértiles valles de la Bureba y cuenca alta del Ebro, al norte. Su peculiar orografía determina, en la geografía peninsular, las divisorias de aguas de las vertientes cantábrica, atlántica y mediterránea. El Ebro, al norte y el Duero al sur, riegan con su multitud de afluentes la provincia, dividida en tres cuencas: al norte, en el valle de Mena, el Cadagua entrega sus aguas al Nervión, camino del Cantábrico. El Ebro, por los antiguos partidos de Sedano, Villarcayo, Briviesca, Belorado y Miranda, riega unos 4882 Kilómetros de la provincia, en sus 145 km de recorrido. Por último la cuenca del Duero – el gran “Padre Duero” de nuestros poetas- comprende el resto de nuestra provincia, dos tercios, discurriendo sus aguas desde La Vid hasta Roa, pasando por Aranda, y recogiendo las aguas fuera ya de nuestra provincia, del Arlanzón y Arlanza, rumbo al Atlántico. Situada la provincia burgalesa en la meseta septentrional, con alturas medias superiores a los 800 metros y abierta a los vientos, su clima continental presenta también fuertes contrastes, con inviernos largos y fríos y veranos cortos aunque calurosos. La variedad del clima, con diferencias extremas aún dentro del mismo día, nos obligará, en nuestra visita a Burgos, a ser cautos, y venir prevenidos de ropa de entretiempo. Aunque no es tan fiero el león como lo pintan, pues el ambiente seco hace llevaderas las heladas en días de cielos azules, lejos de las incomodidades de los lugares húmedos. 
Crecen en estos valles el roble, la haya, la encina, el boj y el acebo, entre repoblaciones de pinos y eucaliptos. Y entre las cornisas rocosas vuelan las rapaces y corre entre los bosques el jabalí, el corzo y entre la espesura, el lobo. Algunos ejemplares de nutria tienen aquí, en las proximidades de los ríos, su hábitat. Tierra de pinares, la Sierra de la Demanda y Neila, situadas en el extremo sur de la Cordillera Ibérica, al Suroeste de la provincia, ofrece la belleza de sus paisajes montañosos por los que corren los ríos Arlanza, Arlanzón, Najerilla, Oca, Tirón y Pedroso, entre bosques de hayas, robles, abedules y pinos. Dominando la Demanda, el San Millán, con sus 2131 metros de altitud, el pico más alto de Burgos. La Campiña de la Sierra de Neila, alcanza los 2048 metros, en los humedales de las Lagunas Altas, cerca ya de los picos de Urbión. Declarada la Sierra de la Demanda Reserva Nacional de caza, entre su abundante fauna destacan el corzo, el ciervo y el jabalí, sin olvidarnos del conejo, la liebre, el zorro y el lobo.
En contraste, pequeños altozanos pelados y tierras de labor, extienden la monotonía de su paisaje, adusto y mesetario en el oeste de la provincia, entre cultivos de cereales y eriales, donde florecen tomillos y junto a los riachuelos carrizos y espadañas. Cerca de los humedales de Melgar de Fernamental, por donde discurre el Canal de Castilla, se reproducen las avutardas, los sisones, las ortegas y las perdices rojas. Entre los mamíferos el conejo, la liebre y el zorro.

   Que lejos estaban algunos poetas como Rosalia de Castro o  Antonio Machado cuando escribian:
Solo ponzoñosas charcas / sobre el ardoroso suelo / tienes, Castilla que mojen / esos tus labios sedientos. / Que el mar te dejó olvidada / y lejos de ti corrieron / las blandas aguas que traen / de plantas cien semilleros. / Ni árboles que te den sombra / ni sombra que preste aliento... / llanura y siempre llanura, / desierto y siempre desierto... / En verdad que no hay, Castilla, / nada como tú tan feo, / que mejor aún que Castilla / valiera decir infierno.
NO HAY DUDA QUE ROSALIA ESCRIBIÓ SEMEJANTE POESÍA EN UN MAL MOMENTO. ELLA ERA UNA EXCELENTE POETISA. POR SER DEMASIADO LARGA SOLO HE ESCRITO UN FRAGMENTO.
TAMBIÉN ANTONIO MACHADO QUE TANTO Y TAN BIEN ESCRIBIÓ, FUE  DEMASIADO LEJOS CUANDO AL POETIZAR A CASTILLA, LANZÓ UNOS VERSOS, NO MUY AGRADABLES PARA CUALQUIER CASTELLANO.
Castilla miserable, ayer dominadora, / envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora. / ¡Oh, tierra triste y noble, / la de los altos llanos y yermos y roquedas / de campos sin arados, regatos ni arboledas; / decrépitas ciudades, caminos sin mesones, / y atónitos palurdos, sin danzas ni canciones.

El burgalés siempre ha danzado y siempre ha cantado. Hasta un centenar de danzas autóctonas tenemos en nuestros pueblos, muchas de ellas con acompañamiento coral. Son danzas que ya existian allá por el siglo XVI, ya que hay documentación que habla de ello. Y esas danzas persisten, con igual encanto y sencillez que tuvieron en las ignoradas y lejanas fechas de su nacimiento.
Del libro -Burgos y su provincia- de Juan Ruiz Carcedo.  

DESDE MI SOFÁ


Hoy domingo día 3 de julio es el cumpleaños de una de mis amigas: Se le ha ocurrido que para celebrarlo podíamos ir a la playa. Hace un calor espantoso y a mi no me apetece nada, les pongo la disculpa de que no me encuentro bien. ¡Con lo a gustito que podíamos haber estado en el cine, o en cualquier cafetería con el aire acondicionado! Pero bueno, ellas que hagan lo que quieran, yo me quedaré en casa para estar bien descansada, mañana es día de currelo. Después de comer me preparo un café y bien acomodada en el sofá, me dispongo a ver la televisión. La enciendo y salen los odiados anuncios, no los puedo aguantar, hago zapping y al final encuentro una cadena, en la cual, está empezando una película. No me suena el nombre de ninguno de los actores, pero espero a que empiece. Ya de principio veo un paisaje que me parece conocido; no puede ser (me digo), allí no han hecho nunca ninguna película. Sigo mirando con los ojos como platos y con la piel de gallina, a pesar de los años transcurridos reconozco a mi padre y a su hermano pequeño. Me froto los ojos y sigo mirando, mi padre le habla a mi tío: <<Oye, no vayas a meter la pata, yo voy a ver a mi novia, pero hay una prima suya que, a lo mejor te conviene>>. Los dos van recorriendo el valle sembrado de trigos que están empezando a espigar. Mi tío dice: <<Este trigo nuestro tiene buena pinta, a ver que tal se porta el verano>>. Mi padre contesta: <<Espero que bien, tenemos que sacar para pagar el traje y los gastos de mi boda, hoy le pediré a Valentina que se case conmigo>>. Al cruzar el recodo que lleva hasta el río y a pesar de todo el calor que hace también en mi casa, no puedo menos que sentir un gran escalofrío. La torre de la iglesia y algunas pequeñas casitas de mi pueblo asoman en la loma. Mi padre y mi tío suben silenciosos por la gran cuesta camino al pueblo. Al llegar dice mi padre: <<Las mozas estarán a punto de salir del rosario, yo iré a buscar a Valentina, tú quédate un poco rezagado>>. Mi tío asiente y de momento entra en la taberna. En el valle hacía mucho calor y le vendrá bien un vasito de vino.
   La gente ya ha salido de la iglesia y las mozas están todas juntas riéndose, como chicas jóvenes que son. Mi padre se acerca a mi madre que ha salido del grupo al verle. <<Hola –dice mi padre–, veo que esto está muy animado>>. <<Sí –dice mi madre–, cuando te han visto, alguien ha comentado: dentro de nada tendremos boda y las demás se han reído>>.
   Mi padre parece haberse quedado mudo. Yo alucinada en mi sofá espero anhelante, no puedo más y digo en alta voz:
   –Anda hombre, no te olvides a lo que has venido.
   Mi padre resuelto, al fin pregunta, <<¿y a ti que te parece?>>. Mi madre sonríe y le da la mano. Juntos pasean por el pueblo, seguidos de mi tío y la prima de mi madre.
   Poco tiempo después…

Enhorabuena, los amores cuajaron,
cada cual en su día ya se casaron.
Y desde el valle se oyen sonar campanas,
 están tocando a boda en Castrillo y Carrias.

   La película me ha gustado a rabiar y me pongo a aplaudir como una loca. Al poco rato veo que la televisión sigue encendida y mi mente embotada por el sueño no acaba de reaccionar. Ha sido una bella historia y creo que este sueño no se me olvidará nunca.

ENRIQUE Y ESTER

   ENRIQUE Y ESTER
   
 
 Paisaje castrillano, inigualable su cielo.

Enrique Rico solo tenía de rico el apellido, vivía con su mujer Ester Colero en una casa que parecía un corral. El hombre había venido de otro pueblo, era taciturno y antipático, tenía los hombros caídos, decía que le daba alergia el sol y lo mismo en invierno que en verano llevaba un sombrero de paja, viejo, raído y cochambroso. No tenían hijos pero tenían cuatro gallinejas y dos tierrillas (como ellos decían) y los dos iban a cavar sus pobres finquillas con dos azadas. Si llovía o hacía mucho calor, decían que así no se podía trabajar y se quedaban en casa. Él era tan raro que no tenía amigos, siempre iba hablando solo y no se llevaba bien con nadie, por eso no pedían ayuda ni nadie se la ofrecía. Lo que sí llevaban los dos era una buena compañía de piojos, tal vez fuera por eso por lo que nadie quería ser su amigo.
   Cuando llegaba el tiempo de recoger la cosecha, ellos terminaban enseguida. No sé como lo convertían en grano, seguramente como tenían poco, ellos mismos lo trillarían con sus propios pies, y como lo cogían, lo volvían a gastar. Para sembrar, Enrique llevaba un zurroncillo: con aquello sembraba sus pequeñas tierrillas y luego recogía poco más que lo que había echado; eso, cuando venía buen año. Cuando los vecinos terminaban de segar, ellos iban a espigar a las fincas de los demás y así juntaban un poco más, aunque los demás recogían todo lo que podían y a veces no quedaba nada.
   El hombre se puso malo y como no podían pagar médico ni medicinas pronto acabó en el cementerio, la mujer se quedó sola y a veces iba a pedir por algunos pueblos cercanos.
   Cuando se hizo mayor no podía ir muy lejos y entonces iba a pedir por el pueblo a las casas de sus vecinos. A todos les daba pena y aunque la mayoría de la gente no tenía nada para regalar, siempre le daban patatas, pan y alguna otra cosa. En las matanzas, bodas o fiestas, casi todos le daban un platito con carne.
   En el invierno, en su casa debía hacer mucho frío y cuando iba a pedir, la dejaban entrar en las casas y pasaba un rato al calor de las glorias, a pesar de la compañía tan desagradable que seguía llevando.
   Cierto día dejó de ir a pedir y la gente se dio cuenta de que estaba enferma, decidieron cuidarla entre todos los vecinos y llamaron al médico. El buen hombre después de auscultarla y recetar algo, salió de allí zumbando y la pobre mujer dejo de existir a los pocos días. Cuando el alcalde, el secretario y el juez, tuvieron que entrar en aquella casa para hacer los papeles de defunción y todas esas zarandajas, se llevaron lo poco que dejó en herencia la pobre Ester, una legión de piojos, y aún quedaron unos cuantos más, para los convecinos caritativos que la sacaron de la casa y la llevaron a la iglesia y al cementerio.
   Y así, la ropa que todos llevaban ese día, tuvo que ir directamente al fuego. El que compró aquella casa debió tener que echarle un buen bote de desinfectante para quitar toda aquella miseria.
   ¡Cuantos sinsabores, desazones, vergüenzas y sofocones, tuvieron que pasar aquellos pobres!

martes, 8 de julio de 2014

SU MEJOR ACTUACIÓN

      SU MEJOR ACTUACIÓN
   Espejo, espejito, ¿quién es más bella que yo?… delante del espejo de su camerino, lo interroga como a un amigo al que consultara todas sus dudas. Se retoca el maquillaje, el peinado y se vuelve a mirar, la peluquera y a la vez maquilladora, ha hecho un trabajo admirable. Su vestido de seda roja está impecable, completamente satisfecha se dispone a salir al escenario. A pesar de los perfectos ensayos, sus nervios están un poco alterados, y repara en una taza de tila, que le trajo la camarera y que ha olvidado por completo. Estará casi fría (piensa) pero le vendrá bien para calmarse un poco. Lleva la taza a sus labios y en ese preciso momento llaman a la puerta para avisarle de su próxima actuación. Sorprendida en su intimidad deja la taza sobre la mesa, con la mala suerte que se derrama sobre su vestido el poco liquido que contenía. Desesperada llama a sus compañeros, es el momento de salir a escena y este incidente, trastoca sus nervios y sus planes. No tiene otro vestido y así no puede salir. Este concierto significa mucho, se juega su carrera y está a punto de llorar.
   De pronto llega su salvación: con un vestido absolutamente blanco, maravilloso, entra por la puerta su amigo Ángel que le ayuda a cambiarse y le acompaña hasta el escenario. Ve el patio de butacas a rebosar, los músicos preparados, el director de orquesta con su batuta y se transforma en la artista que es. Su actuación es un completo éxito, los aplausos le devuelven a la realidad y le colman de alegría. El telón sube y baja varias veces reclamando su presencia. El día ha sido memorable y se despide absolutamente satisfecha de haber cumplido el mejor de sus sueños.

domingo, 6 de julio de 2014

CRISTAL DE CARSAI

Cristal de Carsai

Relatillos de un pueblo en ruinas
  
Hola, soy Luisito: Tengo diez años y estoy veraneando en el pueblo de mis padres. Este pueblo es muy pequeñito y se llama Cristal de Carsai, solo viven en él unas pocas personas mayores, pero algunos niños venimos todos los veranos para ver a los abuelos. Yo tengo aquí a mis cuatro abuelos: los padres de mi madre se llaman Guadalupe Tardo y mi madre también. Sí, sí, así; como suena: los tres se llaman igual. Mis abuelos se llaman así, porque son primos y por su abuelo que también tenía el mismo nombre.
   En el pueblo, a mi abuelo lo llaman Lupi, a mi abuela Lupe y a mi madre Guadi, pero de mote los llaman “los Petardo”. Cuenta mi abuela que cuando era moza le escribía un chico de otro pueblo, y el cartero le daba las cartas a mi abuelo porque se llamaban igual, al final acabaron casándose juntos para que no hubiera más confusiones. Yo un día pregunté a mi abuelo, por qué aquí algunas personas tienen esos nombres que con el apellido parece un chiste, y me contestó: <<Hijo, eso eran cosas de antes: por aquí siempre ha habido gente muy bromista; además, se creían muy listos e ingeniosos. Como no había muchas diversiones, un año el día de la fiesta, al secretario de aquí y a otros dos de los pueblos más cercanos, los emborracharon. Luego les hicieron firmar un papel y apostar mil duros a ver cuál de ellos, en tres años, ponía los nombres que con su apellido, fueran más graciosos. El dinero sería para el ayuntamiento del pueblo ganador. Y cuando nacía un niño, todos los vecinos colaboraban con los padres para ponerle nombre. A los dos años los secretarios cambiaron de destino, vinieron otros nuevos y esto se olvidó. No ganó nadie, y ya ves: “no hay mal que cien años dure” pero a muchos les tocó la china>>.
   Mis abuelos son estupendos, quieren mucho a todos sus nietos y a veces vamos con ellos a ver los trigos y cebadas. Ahora el campo está seco, las mieses están doraditas para cosechar dentro de nada y las espigas del trigo son muy bonitas. Si venimos por Semana Santa está todo el campo muy verde y es precioso. Mi abuela Lupe dice que parece una gran esmeralda y también dice que hay que comer pan, porque es muy bueno y además, así pueden vender mejor el trigo.
   Mi otro abuelo se llama como yo, y mi padre también, Luis Andía, y como en este pueblo todos tienen sus motes, a ellos los llaman “los Sandía”. Mi abuelo Luis está jubilado pero tiene unas pocas ovejas y un perro, y va todos los días al campo para que las ovejas coman las hierbas que crecen por los caminos. La leche de las ovejas es muy rica y el abuelo dice, que es mucho mejor que la que se vende en las ciudades.
   Mi abuela se llama Esperanza Patillas y es escritora: bueno, escribe. Escribe cosas de su pueblo, ha ganado algún concurso y está muy contenta. A mi me gustaría estudiar para escribir libros, mi abuela no pudo estudiar pero le gusta escribir. Tiene un cuaderno que me lo deja (me dice que no lo estropee) y yo lo paso muy bien leyendo las cosas que pasaban cuando ella era pequeña, nos dice que todo era muy distinto y que ahora se vive mucho mejor.