jueves, 24 de diciembre de 2015

OTROS CUENTOS CORTOS

EL USO DE UNA LÁMPARA
–Yo puedo ver en la oscuridad –se jactaba cierta vez Nasrudín en la casa de té.
–Si es así, ¿por qué algunas noches lo hemos visto llevando una lámpara por las calles?
–Es solo para que los otros no tropiecen conmigo.


LAS PATRONAS
Las patronas de las sirvientas son complicadas. Se disgustan por cualquier cosita. Piensan que a cada paso les roban, se burlan de ellas, las espían. No les gusta que las cosas cambien de lugar ni que las sirvientas metan gente a la casa. Odian que la muchacha utilice sus baños, sus jabones, sus peines, el refrigerador, los sillones, las sillas, el teléfono, las camas, el pasillo, la entrada, la salida, las llaves de la casa, al esposo y a los hijos adolescentes. Quisieran tener un ángel maravilloso por sirvienta. Los maridos de las patronas de las sirvientas son más complicados y les da lo mismo esposa, sirvienta, que ángel.
           GUILLERMO SAMPERIO

LA VENIA
Una dama de calidad se enamoró con tanto frenesí de un tal señor Dodd, predicador puritano, que rogó a su marido que les permitiera usar de la cama para procrear un ángel o un santo; pero, concedida la venia, el parto fue normal.
   WILLIAM DRUMMOND

LA VIOLETILLA
Nos trajeron de regalo un palomo blanco, <<para que nos lo comiéramos>>. ¿Quién, después de verlo y acariciarlo, se lo comía? Se lo dimos a los dos niños del jardinero para que lo criaran.
–¿Qué haréis con él?
María, la mayorcita, La violetilla  como le decíamos, grisucha y graciosa, con sus ojos verdes, su pelo pardo con aceite, y sus dientes amarillos, saltó al momento:
–¡Cuidarlo, zeñorito!
Pero el padre mató al palomo aquella misma tarde y se lo comió la familia, digo, él y el niño, Faneguillas, que tenía todo su mimo. La madre y la niña se contentaron con olerlo, agradables a la fuerza.
Al día siguiente, cuando entré, estaban los niños sentados en el umbral jugando a los alfileritos.
–¿Y el palomo? –les pregunté ansioso.
El niño se puso de pie, y sacando la barriga, se dio una palmada en ella:
 –¡Aquí, gualdado!
Y la violetilla María, sonriendo triste, copiaba a su hermano:
–¡Aquí guardado, zeñorito!    
                  JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

GRAN FINAL
El viejo literato dijo a la muchacha que en el momento de morir él quería tener un último momento de lujuria
   ADOLFO BIOY CASARES

CUATRO PAREDES
Siempre encerrada entre estas cuatro paredes, inventándome mundos para no pensar en esta vida plana, unidimensial, limitada por el fatal rectángulo de la hoja.
        ANA MARÍA SHUA

OPUS 1
Alicia despertó de su maravillosa travesía porque unos labios, cubiertos por un fino bigote, rozaron tenuemente los suyos:
–¡El conejo! –gritó alarmada.
El aludido miró a uno y otro lado del prado y como no vio a nadie en las inmediaciones, susurró con picardía: 
–Si quieres conocer el verdadero país de las maravillas, te invito a mi apartamento, preciosa… ¿Vienes?
           ARMANDO JOSÉ SEQUERA

 CABALGANDO
Monté una yegua y tuvimos un centauro
          ALOE AZID

 EL DINOSAURIO
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
AUGUSTO MONTERROSO

FELIZ NAVIDAD Y  SALIDA  DE AÑO 2015  
QUE LOS REYES MAGOS NOS TRAIGAN PARA TODOS UN ESTUPENDO AÑO 2016

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