miércoles, 2 de diciembre de 2015

EL HOMBRE Y LA CULEBRA

CADA OVEJA CON SU PAREJA
Nos estamos alejando de nuestra tierra, de nuestras raíces, de nuestra religión, de nuestros principios, y eso tarde o temprano se paga. Algunos creen que lo suyo es lo mejor y van exigiendo que se respeten sus costumbres, sus leyes y todo lo que harían en la tierra en la que vivían. Siempre hubo gente que salía de su tierra, pero antiguamente respetábamos el refrán que decía: “donde fueres haz lo que vieres” y así procuramos vivir honradamente sin pedir nada a nadie, no teníamos otra opción. Encontramos un trabajo sin exigir demasiado, cuando pudimos compramos una casa, criamos a nuestros hijos con cierto esfuerzo y no tuvimos ni regalos, ni vacaciones ni cenas en restaurantes; ni pedimos, ni nadie nos dio nada. A veces nuestro esfuerzo se vio recompensado, y seguimos comportándonos como es debido. No renegamos ni de la carne de los cerdos, ni de la de vaca,  ni de los corderos, ni tampoco de los pavos. Cada uno comerá lo que mejor le plazca o le siente, y seguimos nuestra rutina sin meternos con nadie. De la religión hacemos lo que mejor nos conviene, si rezamos bien y si no, cada uno con su pan se lo coma, que Dios está en todas partes. Hay demasiadas religiones y la mejor es la que no se mete con nadie y seguimos diciendo: “ande yo caliente y ríase la gente” sin fanatismos, ni fantasías. Pero algunos son como los niños, “cuanto más les dan, más quieren”. “Y de bien nacidos, es ser agradecidos”.
A una culebra que de frío yerta,
en el suelo yacía medio muerta
un labrador cogió; mas fue tan bueno,
que incautamente la abrigó en su seno.
Apenas revivió, cuando la ingrata
a su bienhechor traidora mata.
                                                                       Felix Maria de Samaniego

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