jueves, 26 de junio de 2014

HISTORIAS DE VIZCAYA


 VIZCAYA HACE UN SIGLO
¡COMO HEMOS CAMBIADO!



EL AÑO DE LAS HUELGAS: En junio de 1911, en plena crisis económica, Bilbao vivió el anticipo de la que habría de ser una etapa convulsa llena de protestas y reivindicaciones obreras.

DEGENERACIÓN MORAL: Una vez más, el sexo surgía, además de cómo un recurso atractivo, demandado y degustado, como una fuente prometedora de negocio. Era la pornografía que, ya a las alturas de 1912, se había hecho un hueco en todas esas personas, que los más rectos y moralistas tachaban de depravadas, enfermas y cochinas.
Sin embargo, la inmoralidad tuvo rostros mucho más depravados e indeseables. La necesidad, la mala conciencia o la perversión de muchos padres les llevaron a entrenar a sus hijos, cuando no a niños abandonados, para dar pena a los ciudadanos y obtener de ese modo unos ingresos de los cuales, la víctima infantil, apenas se beneficiaba.
También muy preocupantes fueron las noticias relacionadas con la trata de blancas.
El 8 de marzo de 1912, el diario El Nervión llevó a primera página una noticia impactante: En el barrio de Uríbarri fue detenida una mujer que, además de prostituirse ella, había obligado a hacerlo  a sus dos hijas, de 10 y 13 años respectivamente. <<Además, con engaños, se apoderó de otra niña de trece años que se hallaba lavando en el lavadero de Uríbarri, para otra mujer llamada… y la llevó a su casa para que alguien abusara de ella inicuamente>>.

DEFICENCIAS BENÉFICAS: El Noticiero Bilbaíno del 15 de julio de 1912 decía así: Debido a los estrictos reglamentos que se aplicaban en todos los centros de beneficencia, se producían situaciones verdaderamente paradójicas, cuando no dramáticas. Uno de los casos comentados entonces hacía referencia a <<Un infeliz muchacho de 20 años, idiota (así aparece en el original). Ha quedado huérfano en unión de otros hermanos, a éstos les han recogido algunos caritativos vecinos. El idiota ha quedado en el mayor desamparo>>. Y es que, a pesar de ser natural de Bilbao, no podía ingresar en el asilo de San Mamés. Su única protección se la ofrecía la Asociación de la Caridad que le daba de comer. Nada más.
Otro de los casos denunciados era el de un anciano de 53 años, obligado a dejar de trabajar por <<empobrecimiento orgánico y tener debilitado el estado intelectual>>, que no encontraba lugar alguno en el que le ofrecieran una cama. A pesar de que Bilbao contaba con establecimientos de beneficencia como el Hospital Civil, la Casa de Misericordia, beneficencia domiciliaria, la Asociación Vizcaína de Caridad, Casa de Expósitos, el asilo de huérfanos, salas cuna, etc., que eran honra de Bilbao.

ALARMA SOCIAL: Algo no funcionaba bien en la sociedad vizcaína de hace un siglo: Vizcaya se enfrentaba en 1912 a importantes cambios sociales. Por la abundancia de noticias truculentas que la mayoría de los diarios llevaban en sus páginas un día sí y otro también, mucha gente afirmaba que las cosas estaban cambiando para mal. En la memoria del fiscal del Tribunal Supremo, leída durante la sesión de inicio del curso de los tribunales en septiembre de 1912, el fiscal de la Audiencia de Bilbao dio una nota pésima calificando de alarmante el desarrollo de la criminalidad en Vizcaya. Para el Noticiero Bilbaíno, que elaboró un breve comentario editorial al respecto, ese era precisamente uno de los aspectos más preocupantes, el aumento de la delincuencia: las peleas, trifulcas, asesinatos, reyertas, agresiones, actos de inmoralidad etc., llegaban a extremos preocupantes. Por lo general las condiciones de vida de algunas gentes eran extremadamente duras y el alcohol, la mayor parte de las veces, actuaba como convidado activo en muchas situaciones. Las sirvientas, muchas de ellas domiciliadas en barrios deprimidos, protagonizaban no pocas noticias de hurtos y timos.

 NO FALTABAN DESGRACIAS COMO LA SUCEDIDA EN EL MADRID ARENA EL MES DE NOVIEMBRE PASADO (EN NUESTRO AÑO 2012).

CUARENTA Y CUATRO ATAUDES BLANCOS: Se cumplen cien años de la avalancha del Teatro Circo del Ensanche, una catástrofe que conmovió a Bilbao. Una falsa alarma provocó una ola humana que aplastó a medio centenar de espectadores, casi todos niños.
El 24 de noviembre de 1912 era domingo y hacia mal tiempo. El establecimiento ofrecía películas en sesión continua de tres de la tarde a doce de la noche. La entrada costaba 10 céntimos, un precio muy económico que favorecía la entrada del público infantil. Eran cerca de las seis de la tarde, alguien (parece que una mujer), había gritado <<¡FUEGO!>>, en la galería alta después de un rifirrafe causado por un hombre que se propasó con una joven en la misma zona.
Los gritos de alarma se multiplicaron, cundió el pánico y los espectadores de la zona alta trataron de huir por la única salida, una escalera estrecha. La puerta que daba a la calle estaba atrancada, pero un recodo impedía verlo a quienes intentaban escapar.
Dos de las tres salidas del edificio estaban cerradas, se formó una avalancha humana, una “ola” que empezó a convertirse en un montón de cadáveres a medida que los pequeños eran arrollados y aplastados por los espectadores enloquecidos.
El primer balance de la tragedia fue de 2 adultos muertos y 42 menores (de entre 3 y 15 años). Al día siguiente fallecían otros dos pequeños.
El traslado de los cadáveres  el 26 de noviembre, desde La Casilla  hasta la estación del ferrocarril de Lezama en el Casco Viejo, fue una manifestación de luto única en la historia de Bilbao. Unas 40.000 personas asistieron al paso de los 44 ataúdes blancos de los menores y los 2 negros de los adultos, a hombros de jóvenes del Club Deportivo.
Los funerales se celebraron el día 27 en la abarrotada catedral de Santiago.
Por su parte, las familias que decidieron personarse como acusación particular, exigieron responsabilidades a los dueños del local. La investigación demostró que el Teatro Circo no cumplía las condiciones de seguridad reguladas en la época y había admitido a demasiados espectadores, pero nunca se llegó a saber quién y por qué gritó <<fuego>>. 

EL ASESINATO DE CANALEJAS EN MADRID
El asesinato del presidente del Consejo, Don José Canalejas, en Madrid, en noviembre de 1912, fue uno de los magnicidios más impactantes en la primera mitad del siglo XX que conmocionó a la opinión pública y a la clase política. No ocultaba El Noticiero Bilbaíno sus simpatías por el político tiroteado, a quien consideró como un hombre capaz, con grandes aptitudes para el gobierno y con valor suficiente para hacer frente de forma eficaz a los graves problemas que tenía España.

COMO PUEDE VERSE, “EN CUALQUIER TIEMPO Y LUGAR SE COCIERON Y SE SIGUEN COCIENDO HABAS” (PARECE QUE NO APRENDEMOS DE LAS DESGRACIAS).
SI NO TUVIÉRAMOS LAS FECHAS Y NOMBRES, ESTAS NOTICIAS PODRÍAN
EMITIRSE AHORA MISMO (AÑO 2012), POR NUESTRAS RADIOS, TELEVISIONES E INTERNET Y SERÍAN PERFECTAMENTE CREÍBLES).     Irene Sáez Saiz

No hay comentarios:

Publicar un comentario