lunes, 4 de mayo de 2015

CUADERNO DE CÁNDIDA (niña)

  LOS CUADERNITOS DE NUESTRA INFANCIA AÑO 1959
Dentro de unos días empezarán las fiestas en un pueblo que está un poco lejos de aquí, es más grande y mejor que el nuestro, tiene una buena carretera y cerca de él pasa el tren. Mis padres tienen allí una amiga, dueña de la taberna. La mujer tiene dos hijas pero ya no viven con ella y algunos años por estas fechas, le pide ayuda a mi madre para hacer las comidas. Así que cuando le llama, mi madre va encantada. Este año, mi madre tiene que ir a ese pueblo para ayudar a la señora, y la víspera de la fiesta las dos nos ponemos en camino. Hay que ir en tren y la estación está a 17 kilómetros de mi pueblo, alguien tiene que acompañarnos hasta la estación, vamos con mi padre y llevamos también nuestro burro.
   Llegamos a la estación, mi madre saca los billetes y cuando montamos en el tren mi padre se va, debe hacer algunas compras y volver pronto a casa.
   Es la primera vez que veo un tren, me parece un cacharro enorme, aquella máquina echando humo y haciendo un ruido ensordecedor, me asusta un poco y mi madre me da la mano. Subimos y nos sentamos en unos bancos de madera al lado de otras personas. Hay gente que viene de lejos y están comiendo, otros van mucho más lejos que nosotras y traen cestas y capazos, algunos con gallinas y conejos vivos dentro.
   De pronto aparece un señor con una arquilla que va vendiendo golosinas. Saca de su bolsa unas tablillas pintadas con unos pequeños naipes; la gente le paga por ellas algo de dinero y sortea allí mismo un paquetito de almendras garrapiñadas y caramelos. El sorteo se hace sacando una carta de la baraja y el señor de la arquilla me manda a mí sacar la carta, le tocan a un señor que viene solo y lo reparte entre los más cercanos, a nosotras nos da unas almendras y se pone a hablar con mi madre.
   Ella dice que llegaremos enseguida, la estación está en un pueblo distinto del que vamos y luego tendremos que andar un rato hasta el otro pueblo. 
   Casi de noche, llegamos a la casa-taberna: la señora nos espera y es muy maja, nos sirve la cena y ellas se ponen a hablar. Dicen que hace mucho que no se han visto, preguntan cada una por sus familiares y todos están bien. Luego nos acostamos y al día siguiente como son las fiestas, todo es música y alegría en aquel pueblo. La gente va a misa, mi madre y la otra señora se quedan haciendo cosas por la cocina, yo no conozco a nadie y me quedo con ellas pero solo hablan de sus cosas, me aburro y me bajo al salón que hace de taberna y de tienda. Vende algunas chuches y yo me fijo en una caja que tiene chicles (ninguna otra caja me llama la atención), pero está un poco alta y no llego a cogerla, de pronto veo cerca una banqueta y me subo a ella, desde allí sí llego a coger la caja y sin pensarlo más, cojo un chicle. En mi pueblo no se suelen vender y yo tengo curiosidad por ver como son y como saben. Al momento pienso que aquello no es mío y que lo he robado pero… ¡como lo voy a dejar otra vez! Y, ¿si me pillan al dejarlo?, no sabiendo muy bien que hacer y mirando a derecha e izquierda, como si de verdad fuera una ladrona, me subo otra vez a la banqueta y dejo el chicle en su sitio. ¡Menos mal que las dos mujeres siguen en la cocina! Nadie me ha visto y arrepentida se me quitan todos los miedos y las ganas de chicle. ¡Ya no tendré que confesarlo! No sé lo que me hubiera dicho el cura pero… ¿si se lo dice a mi padre?, seguro que si le pido el chicle a la señora, me lo hubiera dado de buena gana pero ya no me da envidia.   
   Subo a la cocina y veo como guisan carne y otras cosas, cuando terminan de hacer las comidas, salimos mi madre y yo a dar una vuelta. Hay mucha gente en la plaza y una señora que vende chucherías; se me antoja un molinillo de papel de colorines, que se mueve y da vueltas con el viento y mi madre me lo compra. Yo muy contenta no me acuerdo de ninguna golosina, vemos a los jóvenes como bailan y al ratito nos vamos otra vez a la taberna, que ahora empieza a llegar la gente, yo me quedo calladita en un rincón y desde allí veo a las personas que entran y salen, los chicos y chicas están muy guapos y pienso que cuando sea mayor algún año volveré, esta vez a pasarlo bien.
        

No hay comentarios:

Publicar un comentario