CONVERSACIONES ENTRE AMIGAS
Hoy, Luisa, madre de Marta, piensa en su amiga
Paquita, madre de María: la chica estará trabajando y quizá su madre, necesite
ayuda; si no, por lo menos la hará compañía un rato. La llama por teléfono y le
dice que si quiere, a la vez puede hacerle algún recado. Paquita contesta que
vaya cuando quiera y que por los recados no se preocupe, su marido y su hija han
comprado lo necesario. Quedan a una hora y allí se presenta Luisa con una
bolsita en la mano. Paquita abre la puerta, anda con muletas sin fijar el pie
en el suelo, y parece que se apaña muy bien. Pasan a la sala, Paquita le ofrece
a su amiga merendar un poquito y saca una bandeja con chorizo, jamón, queso,
pan y una botella de vino con dos vasitos, que tenía preparada de antemano. Enseguida
sale la pregunta, ¿te acuerdas?, y en este caso, decía Luisa:
–¿Te acuerdas de los chorizos, jamón y queso, que
comíamos en el pueblo, por aquellos años? la verdad que no eran tan abundantes
como ahora, pero si que eran riquísimos, el mejor regalo que se le podía hacer a
algún familiar de fuera que te visitaba de vez en cuando, era una sarta de
chorizo, ahora no es tan rico, pero a falta de pan...
–Sí, ya lo creo, entonces, gracias a ellos; el jamón
y el queso eran más escasos, los que tenían ovejas hacían quesos, y a veces se compraba
alguno, porque entonces la leche no se vendía fuera del pueblo –decía Paquita.
–He traído un paquete de chocolate, solo hace falta calentarlo,
tampoco no estará como aquel, pero como tú dices, pues eso... buenas son tortas
–decía Luisa.
Yo sí recuerdo las caras de miedo, de la gente del pueblo, cuando hablaban de la guerra. Vamos a
calentar el chocolate, será más provechoso y así nos olvidamos de ellos por
un rato; de momento, si quieres te dejo la hoja y lo lees luego.
Las mujeres van a la cocina a calentar el chocolate,
oyen como se abre la puerta de la calle y a María que entra en la sala llamando a la madre.
La madre contesta desde la cocina, y mientras, María
ve la hoja del periódico sobre la mesa, la echa un vistazo y va a la cocina. Al
ver a las dos mujeres sonríe y le dice a su madre:
–Ya veo que estás bien acompañada, encima te ha traído
la merienda –dice María.
–Sí, toma tú también una tacita, esta bien rico y solo
hay que calentarlo –dice su madre.
–Ya he visto la hoja del periódico, lo leí el domingo,
vaya jaleo –comenta María.
La chica calienta el chocolate y mientras merienda,
las amigas hablan de cosas intrascendentes, en sus caras se ve la preocupación por
los acontecimientos de la noticia que traía el periódico, ellas, siempre
preocupadas por sus hijos y nietos,
–Esperemos que no llegue la sangre al río, por decir
algo –dice Luisa–, bueno guapas, os voy a dejar, a ver si ha llegado mi marido
a casa, y damos una vueltecita.
–Bueno, que lo paséis bien, vuelve cuando quieras
–dice Paquita.
María acompaña a la visitante hasta la puerta y se
despiden con un beso. Luisa se alegra de haber hecho compañía a su amiga, y
quizá el próximo día que vuelva, puedan dar las dos una vuelta por el parque
tranquilamente, sin muletas y sin preocupaciones.
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