martes, 18 de abril de 2017

¡QUÉ ALEGRÍA!



CASTRILLO
TRASERA DE NUESTRA IGLESIA Y CEMENTERIO, LA HIEDRA LLENA TODA SU FACHADA

 UN PAJAR QUE AGUANTA EN PIE AL CABO DE LOS AÑOS  
LOS EDIFICIOS CADA DÍA MÁS DETERIORADOS


CARRIAS MI OTRO PUEBLO


UN ESTUPENDO PASEO POR EL CAMPO
VALLE QUERIDO
REGATILLO DE LOS ANIMALEJOS
 ALIAGAS EN FLOR
La semana santa de mi niñez y juventud era bastante triste y aburrida, no se podían tocar las campanas, eran días de silencio, iglesia y rezos. Las radios que eran la única distracción que podíamos tener, solo emitían música sacra y algunas noticias; menos mal que no faltaban las partidas de cartas en la taberna para los hombres; y en cualquier gloria para las mujeres. A la juventud no le faltaba la gloria de turno, en la casa de cualquier moza. El Viernes Santo que era el día que se guardaba fiesta en respeto a la crucifixión de Jesus, cada poco se iba a la iglesia a rezar y hacer compañía al Santísimo; por la tarde-noche se rezaba el Vía Crucis en la iglesia. El sábado Jesús resucitaba, ya se podían tocar las campanas y el domingo con misa y procesión se encontraban Jesús y su madre la Virgen María, así terminaba la semana santa. 
Bien diferente es ahora, que la mayoría de la gente tiene vacaciones y todos tienen sus coches. Las carreteras se colapsan porque a todo el mundo le da por marchar de sus casas en diferentes direcciones. Nosotros este año hemos estado en nuestra tierra, el domingo aprovechamos para ir de visita a “mis pueblos”. Un precioso día nos esperaba y fue un día absolutamente especial; en Castrillo había algunas personas, “turistas” que no lo conocían y tuvieron la idea de ir a visitarlo, era gente muy maja y esas personas son las que da gusto conocer, porque otras dan hasta miedo, y para los que somos del pueblo nos da un poco de pena que no den la cara. ¡No cambio esa visita por ninguna ciudad del mundo! Qué tendrán nuestros pueblos y nuestras raíces, que estamos tan pegados a ellos como la hiedra a la pared de nuestra iglesia.

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