domingo, 29 de noviembre de 2015

¡FRAILE, MONJA O COCINERA!

Recordando nuestros juegos de niños. Uno de ellos era éste: fraile, monja o cocinera. Éramos dos niños jugando, cogíamos una amapola con su capullito cerrado y preguntando al otro, ¿fraile, monja o cocinera?, dependiendo el color que fuera, pues ese era su oficio. Si blanco monja, si rojo fraile, si rosa cocinera; si se equivocaba de color perdía.  
De un precioso libro de poesía de don José María Gabriel y Galán, una preciosa poesía.

La pulida paverilla / -¡un capullo de amapola!-
huelga con el paverillo / en la linde de la hoja.
La pavada anda buscando / hormiguitas y langostas
en los cercanos baldíos, / que no tienen otra cosa.
Sentada está la pavera / del lindón sobre la alfombra,
y el pavero de rodillas, / como adoran los que adoran.
Ella ha juntado en el halda, / donde los tallos les corta,
un montón de bien cerrados / capullitos de amapola.
Sin romperlo, en sus dedillos / uno coge cuidadosa
y se lo muestra al muchacho / preguntando: <<¿Fraile o monja?>>
Y esperando se le queda / ¡más picaresca y más mona!...
El capullo será fraile / si tiene rojas las hojas,
pero si las tiene blancas, / el capullo será monja.
Y estático el paverillo / con ojazos que interrogan,
contempla el misterio, y duda, / y se agita, y se emociona,
y mira luego a la niña / que lo apremia, que lo azora,
y lleno del hondo pánico / que presiente la derrota,
se lanza a dar la respuesta / como el que a morir se arroja.
Y apenas ha dicho: <<¡Fraile!>> / con la voz un poco ronca,
rompe la niña el capullo / y exclama entre risas: <<¡Monja!>>
 y apenas ha dicho el niño: / <<¡Monja!>>, con voz temblorosa,
<<¡Fraile!>>, le grita riéndose / la paverilla burlona…

¡Está más torpe el muchacho!... / ¡La niña tanto le azora!...
¡Y luego, es tan misterioso / un capullo de amapola!...
¡Como que yo no diría / jamás ni fraile ni monja!...

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