jueves, 3 de noviembre de 2016

EXCURSIÓN A CARRIAS


CAMPOS DE LAS LOMAS
EXCURSIÓN A CARRIAS
Por Luciano Huidobro Serna (1948)
 
Deseoso de conocer la parte del territorio de Las Lomas, comprendido entre Briviesca y Belorado, y la dirección que traía la antigua vía romana Aurelia, que desde Leiba (Logroño), por Cerezo de Rio Tirón, Quintanilla de San García y ermita de Pecesorios se dirigía a Briviesca, donde enlazaba con la vía militar de Burdeos a Astorga, y autorizado por la Academia de Fernán-González, para  estudiar algunos monumentos de Carrias, de los cuales tuve noticia por un amigo, acudí a nuestro compañero de esta Comisión don Amancio Blanco, ex-diputado provincial por el partido de Belorado, rogándole me orientara sobre el modo de hacer el viaje hasta dicha población, ya que en los mapas oficiales no figura camino moderno para llegar a ella. Y no sólo me informó de esto, sino que se ofreció a acompañarme y a preparar la excursión, valiéndose de su amigo D. Valentín Vadillo, Secretario del Ayuntamiento y vecino de Castil de Carrias, quien salió a esperarnos hasta el punto en que el camino proyectado desde Briviesca a Belorado termina, alcanzando la vía romana unos kilómetros antes de Bañuelos de Bureba, proporcionándonos caballerías y toda clase de atenciones.
El terreno de Las Lomas forma parte del mioceno, donde es característico el yeso, y aquí el alabastro de mala calidad en abundancia, lo mismo que las grandes grietas efecto de la demudación a lo largo de corrientes de agua, como sucede en Bañuelos y Carrias, donde se forman dos amenos vallejos.
Fuera de éstos, el territorio es de lo más desolado de la provincia en arbolado, y constituye una dilatada paramera, que es a modo de una derivación de los montes Obarenes, alcanza gran altura en Altable y llega hasta la cuenca del río Oca y afluentes del Retorte, y, por último, hasta el Tirón. En la antigüedad perteneció al territorio de los Autrigones. No hay noticia de poblaciones romanas en él, pues Pecesorios (pisces aureos) parece de origen medieval.
En lo eclesiástico dependía de la Abadía de Foncea, hoy despoblado al Este de Arlanzón, que tenía allí vasallos, y en lo civil al Hospital de San Antonio Abad, de Villafranca Montes de Oca, fundado por la Reina Doña Juana en 1370, quien cedió sus derechos, heredados de los reyes, en Carrias y otros pueblos, a dicho hospital.
La primera cita en que figura su nombre en los documentos que conocemos, es la del Cartulario de San Pedro de Arlanza, pág. 129 de la edición del P. Serrano, que publica un documento fechado en 10 de mayo de 1062 expedido por María Fortúñez, en el cual dona al Monasterio su haber y derechos señoriales en varios pueblos, entre ellos Carrias, «Et in Carrias divisas cum suas hereditates». (Su herencia con las heredades correspondientes).
En 1100 Gustio Rodríguez y su mujer Arilo (1) Ordóñez ofrecieron la hacienda de Carrias, Castrelo de Carrias, Quintanilla de Carrias y otros pueblos al Cabildo de la Catedral de Burgos para su dotación y atender por su medio al servicio de los pobres. Dice así: «Tradimus corpora nostra et animas nostras ad ecclesiam Sancte Marie Burgensis sedis in presentia Garsie venerabilis ejusdem ecclesie episcopi, necnon canonícorum ibidem Deo servientium...ad sustentationem pauperum... Sed et adicimus in villa que dicitur Carrias divisam cum suos solares populato (sic) unum de Johannes...»
A juzgar por los diplomas citados ya existía en el siglo XI, y tuvo bajo su dependencia municipal a los pueblos de Castil de Carrias y Quintanilla de Carrias, éste ya desaparecido. No tenemos noticias documentales de los siglos siguientes, pero consta que tuvo vida en el siglo XV, del cual citaremos restos fehacientes al tratar de su iglesia, en el XVI debió lograr cierta prosperidad, que le permitió levantar su iglesia actual con dos costosos retablos, y de los posteriores daremos alguna noticia.
ERMITA DE SANTA MARÍA DEL CAMPO.
 
—Constituye el resto más antiguo de la población. Está situada en su parte alta y próxima a la iglesia parroquial; de su antigüedad es indicio su cabecera cuadrangular, y de su importancia relativa la portada que ha perdido su arco abocinado, y solo restan cinco columnas cilíndricas con algunos capiteles románicos, que figuran leones geminados, canes mordiéndose, sirenas del aire y un mascarón que recuerdan los motivos del claustro de Santo Domingo de Silos. En el tejaroz quedan algunos canes de alabastro, muy desfigurados.
Consta de una pequeña nave cubierta con bóveda de ladrillo, y conserva en buen estado el arco triunfal apoyado en dos columnas de fuste cilíndrico con capiteles de hojas rudimentarias. (Véase fotogr. n.° 1).
El retablo principal es de madera, barroco del siglo XVII, donde al centro, bajo la hornacina, recibe ferviente culto la imagen de Nuestra Señora con Niño, vestida y con corona de plata, siglo XIV aproximadamente; el segundo cuerpo ofrece un alto-relieve y buena escultura del Nacimiento del Niño Jesús, y a los lados dos estatuas, una de ellas del santo regional San Vitores de Cerezo con su cabeza en las manos.
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(1) Arilo o Argilo Ordóñez era hermana de Rodrigo Ordóñez, Alférez de Alfonso VI (Cartulario de Cardeña, p. 197). 
CONTINUACIÓN
En un retablo-altar lateral se venera una antigua escultura de N. S. Crucificado, típica del siglo XII, con los pies separados, de formas rígidas y esquemáticas, pendiente de cruz leñosa con nudos, muy rústica en su talla, pero interesante por su antigüedad. (Fot. n.° 2).
En esta iglesia fundó Don Nicolás Álvarez un arca de misericordia con 151 fanegas de trigo para repartir a labradores necesitados con aumento de un cuartillo por razón de creces a su devolución, cláusula que no he visto en ninguna fundación de su clase, y muy practica, lo cual fue causa de que aumentase el fondo disponible.
EL TEMPLO PARROQUIAL
Se forma de una nave de buenas proporciones con cuatro tramos de principios del siglo XVI y bóvedas de crucería corriente, más una capilla lateral algo posterior, a juzgar por la complicación de nervios que ofrece su bóveda. Al mismo tiempo debió levantarse su pareja con bóveda de arista, formando ambas el brazo menor de la cruz que constituye el templo.
En el siglo XVIII se labró el retablo mayor al estilo rococó, y se tuvo el acierto de conservar la hermosa estatua gótica del titular San Saturnino, que ocupa el trono central, y en las bandas laterales se colocaron cuatro tablas castellano-flamencas de regular factura y dos en la predela. El tabernáculo es de buen estilo del Renacimiento, y están bien talladas las estatuas de San Pedro y San Pablo que ocupan las hornacinas inmediatas, lo mismo que la escena del Calvario que corona el cuerpo central.
Del mismo estilo que este son los dos retablitos con mesa de altar que, a modo de credencias, le acompañan, constituyendo un conjunto de riqueza muy agradable y distinguido.
Los retablos laterales en madera, estofados, dentro de la variedad que caracteriza las producciones del Renacimiento en nuestra provincia y las limítrofes, son bellos ejemplares con carácter propio y originalidad.
El de la derecha, dedicado a Santa Catalina de Alejandría, está constituido por tres bandas. En la predela se ven tres bajo-relieves separados por las bases de las columnas del cuerpo principal, que representan dos virtudes a los extremos, y al centro la Trinidad humana de modo nuevo con Santa Ana y la Virgen sentadas contemplando al Niño, que se acoge a su madre.
Son notables las tallas tratadas con singular soltura. En las bases se ven esbeltas figuras de santos.
En lugar preeminente se destaca la efigie del titular presentada con novedad, coronada en recuerdo sin duda de su victoria en la disputa habida con los filósofos paganos, apoyando su mano derecha en una espada y la izquierda en la rueda de cuchillas, símbolo de su martirio. El filósofo que tiene al pie es una figura elegante. A sus lados, bajo templetes sostenidos en columnas estriadas, se tallaron dos escenas de su martirio, una en que está sujeta a un árbol entre dos verdugos, y otra que recuerda su pasión en el anfiteatro, donde se ve a la turba congregada para presenciar su tormento, que espera de rodillas, teniendo al lado la rueda triple nombrada. Al mismo tiempo se ve a los filósofos y otros personajes huyendo vencidos.
Sobre ambas escenas, en un medio punto o luneto resaltan dos bellos relieves, que figuran a la Caridad en tierra recibiendo tres niños y a la Esperanza levantando el brazo en actitud de pedir confiadamente. Ambos están inspirados en representaciones del plinto del sepulcro de Don Luis Osorio de Acuña en su capilla de la catedral burgalesa, conocida obra de Diego de Siloe. Sigue un friso de querubines con cartela al centro, y últimamente un ático de coronación apoyado en volutas con ángeles y columnas estriadas que enmarca la escena de la Visitación de la Santísima Virgen y termina con el busto del Padre Eterno.
De la misma escuela que el anterior, aunque más clásico en cuanto al estilo, y de forma semejante es el retablo-altar que ocupa el testero de la capilla opuesta, dedicado a San Juan Bautista. En su predela ocupan las bases de columnas, pequeñas imágenes de los evangelistas, y los relieves extremos las de los Padres de la Iglesia occidental en alto-relieve, figuras bien sentidas y talladas. En el centro se representa la Deposición del cuerpo de N. Señor en el sepulcro, bella composición ejecutada con soltura y gracia.
La hornacina central recibe la imagen de San Juan mostrando el Cordero de Dios sobre tronco de árbol, estatua bella, y en los relieves adjuntos el bautismo de N. S. ejecutado con elegancia, movimiento y notables escorzos. No así la Degollación que resulta algo fría.
Los medios puntos correspondientes se adornan con busto en bajo-relieve de San Pedro y San Pablo, bien modelados y bellos, con querubines en las enjutas del arco, motivo que se repite en el friso, donde una cartela dice: «Eze agnus Dei» (sic), lo que indica un artista iliterato y regional. El remate muestra el episodio de San Martín, repartiendo su manto con un pordiosero. El triángulo de terminación recibe un querubín.
Al pie del retablo se halla una lindísima estatua de San Sebastián asaetado en un árbol, y no es la única que aparece suelta en la iglesia, acrecentando la importancia de sus obras escultóricas.
De la época moderna se hallan algunas noticias en los libros de visita (Arch. Diocesano). A principio del siglo XVIII servían la parroquia dos beneficiados remunerados con doscientos ducados cada uno, y, aparte de la iglesia primitiva, conservada como ermita, existían las de San Roque, San Martín y San Cosme. El hospital contaba tres camas.
En 1718 se añade, que las capillas laterales eran propias de la iglesia, libres de patronato, y los vecinos eran sesenta. Funcionaba el hospital, que tenía algunas rentas, bajo el patronato del párroco y del alcalde, y las ermitas en su conservación estaban a cargo del Ayuntamiento.
El arca de misericordia figura en 1921 con 152 fanegas de trigo y el hospital estaba bien administrado.
El año 1747, además de los dos beneficiados, se nombra un cuartillero, y en los diezmos participaba el abad de Foncea. Las tercias reales las llevaba el hospital de Villafranca, y de ellas se descontaba el noveno para la fábrica de la iglesia. Esta poseía varias fincas y dos huertas, que rentaban diez fanegas de trigo y seis celemines. La ermita de San Cosme había desaparecido.
El hospital poseía dieciocho fincas y el arca de misericordia contaba ya noventa y dos fanegas de grano.
Las cofradías de San Martín y de la Vera-Cruz recibían renta de sus propiedades. En la parroquia existían fundados cuarenta y siete aniversarios perpetuos cantados y setenta y seis rezados.
A mediados del siglo XIX según el Diccionario de Madoz tenía cuarenta y dos vecinos. Hoy son unos cincuenta. El país ha retrocedido en cuanto a vías públicas de comunicación. En la época romana contaba con tres. Actualmente hay una sola.
LUCIANO HUIDOBRO SERNA

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