¡VIVA NUESTRA JUVENTUD DE
AQUELLOS TIEMPOS!
AQUELLOS TIEMPOS!
CONVERSACIONES
ENTRE AMIGAS
Paquita y Luisa parece que se encuentran ya
restablecidas cada una de sus dolencias y han salido juntas para encontrarse con
otras cuatro compañeras, con las que a veces van a jugar a las cartas, todas
ellas son muy aficionadas, aunque como no todas están en el mismo barrio solo se
juntan en contadas ocasiones. Resulta que en un bar del barrio de Paquita han
hecho un concurso de brisca y ellas aspiran a ganar el primer premio. Este bar
es una sociedad y un centro en el que están inscritas personas de diversas
provincias, que por una pequeña cuota anual tienen derecho a hacer trabajos
manuales, gimnasia, viajes culturales y otras muchas cosas, en las cuales
también aportan una pequeña cuota a sus profesores y profesoras. Tienen su
grupo de dulzaineros, otro de danzas y un coro de hombres y mujeres, con su estupendo director que cantan fenomenal. Celebran las fiestas del pueblo en el que viven, las
de su provincia y las de su comunidad, tienen una semana cultural y entre otras
cosas hacen una estupenda comida de hermandad, planean excursiones y concursos, incluso de literatura, su grupo de danzas organiza bailes y su
coro canta en varios sitios. Lo cierto que es una semana bastante entretenida y
lo pasan muy bien.
Las dos amigas tienen intención de dar un paseo antes
de entrar a tomar su café, y mira por donde, se encuentran con la vecina de
Paquita. Hoy no lleva a sus nietos, dice que los niños están en casa de ella,
con su madre y el abuelo, ya que su hija se ha quedado con su padre porque este
anda un poco mal y ahora no sale a la calle tanto como antes. Ella se va porque
al final, ha hecho caso a lo que ellas le aconsejaron el otro día, y le toca
psiquiatra. Dice que está contenta, porque allí han hecho un grupo y cada una
cuenta sus experiencias. De verdad hay algunas bastante tremendas y como “mal
de muchos consuelo de tontos”, por lo menos se consuelan unas a otras y descargan
un poco sus inquietudes y sus malos ratos.
Las dos amigas se alegran por su mejoría y se despiden
de ella con la esperanza de que todo se arregle lo mejor posible.
Cuando caminan a su centro social se encuentran con
sus otras amigas, con las que van a compartir su partida y su tarde.
Quien nos lo hubiera dicho a nosotras cuando estábamos en nuestros pueblos, teníamos que ir al campo a segar a mano y llevar el estiercol de las cuadras y corrales en sacos grandes o carros para abonar la fincas, ir a lavar al río, y no teníamos ni una triste radio, ni agua en casa, ni baño, ni tantas cosas que tenemos y tienen ahora estos jóvenes. Eso hemos salido ganando pero ¡Dios mío!, ¿qué narices les falta ahora?, si están viviendo en una balsa de aceite. A nosotros nadie nos dio nada, todo nos lo ganamos honradamente con nuestro trabajo y si no teníamos trabajo no había ni paros ni gaitas, ¿que se creen estos fantasmillas de ahora, que todos nacimos ricos? Ahora tienen derecho hasta a que les den una casa, ¡pero hombre! ¿Quién nos la ha pagado a nosotros?, sí que valían menos, pero así se ganaba también. Poco a poco se fueron ganando derechos, pero también teníamos deberes ¡y muchos!, ahora solo hablan de derechos y creo que si empiezan así, los que se habían ganado con mucho esfuerzo, se volverán a perder, por tanto imbécil que hay, y vete a saber de dónde han salido.
Quien nos lo hubiera dicho a nosotras cuando estábamos en nuestros pueblos, teníamos que ir al campo a segar a mano y llevar el estiercol de las cuadras y corrales en sacos grandes o carros para abonar la fincas, ir a lavar al río, y no teníamos ni una triste radio, ni agua en casa, ni baño, ni tantas cosas que tenemos y tienen ahora estos jóvenes. Eso hemos salido ganando pero ¡Dios mío!, ¿qué narices les falta ahora?, si están viviendo en una balsa de aceite. A nosotros nadie nos dio nada, todo nos lo ganamos honradamente con nuestro trabajo y si no teníamos trabajo no había ni paros ni gaitas, ¿que se creen estos fantasmillas de ahora, que todos nacimos ricos? Ahora tienen derecho hasta a que les den una casa, ¡pero hombre! ¿Quién nos la ha pagado a nosotros?, sí que valían menos, pero así se ganaba también. Poco a poco se fueron ganando derechos, pero también teníamos deberes ¡y muchos!, ahora solo hablan de derechos y creo que si empiezan así, los que se habían ganado con mucho esfuerzo, se volverán a perder, por tanto imbécil que hay, y vete a saber de dónde han salido.
Las chicas han llegado a su destino y procuran olvidar
todos los problemas, se centran en sus cafés y
charlan con sus conocidos, amigos y socios que como ellas se reencuentran allí
de vez en cuando para pasar el tiempo lo mejor posible.
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