CASTRILLO
TRASERA DE NUESTRA IGLESIA Y CEMENTERIO, LA HIEDRA LLENA TODA SU FACHADA
TRASERA DE NUESTRA IGLESIA Y CEMENTERIO, LA HIEDRA LLENA TODA SU FACHADA
UN PAJAR QUE AGUANTA EN PIE AL CABO DE LOS AÑOS
LOS EDIFICIOS CADA DÍA MÁS DETERIORADOS
La semana santa de mi niñez y juventud era bastante triste y aburrida, no se podían tocar las campanas, eran
días de silencio, iglesia y rezos. Las radios que eran la única distracción que
podíamos tener, solo emitían música sacra y algunas noticias; menos mal que no
faltaban las partidas de cartas en la taberna para los hombres; y en cualquier gloria
para las mujeres. A la juventud no le faltaba la gloria de turno, en la casa de
cualquier moza. El Viernes Santo que era el día que se guardaba fiesta en respeto a la crucifixión de Jesus, cada poco se iba a la iglesia a rezar y hacer
compañía al Santísimo; por la tarde-noche se rezaba el Vía Crucis en la iglesia. El sábado Jesús resucitaba, ya se podían tocar las campanas y el domingo con misa y procesión se encontraban Jesús y su madre la Virgen María, así terminaba la semana santa.
Bien diferente es ahora, que la mayoría de la gente tiene
vacaciones y todos tienen sus coches. Las carreteras se colapsan porque a todo
el mundo le da por marchar de sus casas en diferentes direcciones. Nosotros este
año hemos estado en nuestra tierra, el domingo aprovechamos para ir de visita a “mis
pueblos”. Un precioso día nos esperaba y fue un día absolutamente especial; en Castrillo había
algunas personas, “turistas” que no lo conocían y tuvieron la idea de ir a
visitarlo, era gente muy maja y esas personas son las que da gusto conocer, porque
otras dan hasta miedo, y para los que somos del pueblo nos da un poco de pena
que no den la cara. ¡No cambio esa visita por ninguna ciudad del mundo! Qué
tendrán nuestros pueblos y nuestras raíces, que estamos tan pegados a ellos como la hiedra
a la pared de nuestra iglesia.
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