La pata Patosa tenía seis patitos, todos muy bonitos; pero…
¿Dije todos?, pues no, había un patito feúcho, desmañado y patoso, sus hermanos
le llamaban Patán. Todos los patitos iban muy contentos a jugar y a nadar al
estanque… menos el patito Patán.
Su madre lo quería mucho y trataba de enseñarle con
paciencia, sus hermanos intentaban que nadara como ellos, pero el patito no
sabía y los hermanos se desesperaban y le decían que no sabía hacer nada. Patán
estaba triste y no sabía que hacer, era el más pequeñito de los hermanos y
mientras los demás llegaban al estanque con su mamá, él se quedaba muy
retrasado.
Mamá pata lo esperaba y los hermanos se enfadaban con él porque
llegaban tarde, los otros patos del parque les quitaban el mejor sitio y el
pobre patito siempre terminaba llorando.
Un caluroso día se fueron tempranito al estanque, los
patitos corrían alegres: <<¡Hoy si tendremos sitio!>> –decían y se
fueron lo más rápido que pudieron.
Pero el patito Patán estaba muy cansado por el calor y con
una gran desgana decía: <<Ya iré más tarde, conozco el sitio y no me voy
a perder, total, como no me voy a meter en el agua, prefiero la sombra de este
árbol>>. Y el patito se quedó tan dormido que no se dio cuenta de que el
cielo se estaba nublando y se acercaba una tormenta.
Al poco tiempo empezó a tronar, el patito se despertó
sobresaltado y se decía: <<Tengo que buscar a mi mamá, ella me estará
buscando>>. Pero llovía tanto que Patán no se atrevió a salir de su
refugio. Así estuvo mucho tiempo, hasta que el sol empezó a brillar y salió un
arco iris en el cielo.
Ahora el suelo estaba muy mojado pero el patito salió de su
escondite y fue a buscar a sus hermanos; cuando llegó al estanque no había
nadie y… ahora si que no sabía volver a casa.
Siguió andando, llegó a un pequeño parque y se quedó muy
triste en un rincón. Poco después llegaban alborotando tres niños y una niña
con un patinete cada uno.
Patán se asustó y no se movió del sitio, de repente la niña
que era la más pequeña y jugaba con su pequeño patinete se cayó y llorando fue
a sentarse muy cerca del patito. Los demás niños se acercaron a la niña y
viendo que solo se había golpeado la rodilla y no tenía sangre ni nada más,
siguieron jugando.
La niña se fijó enseguida en el patito y dijo: <<Que
patito tan bonito>>. Se acerco lo cogió con mucho cuidado y lo puso sobre
su falda. Patán era la primera vez que escuchaba aquella frase tan bonita, y se
le quitaron todos los temores, la niña seguía diciendo: <<Pobre
pequeñajo, ¿te has perdido?, no te preocupes, te llevaré conmigo>>.
La niña se levantó, metió el pato entre su camisa y otra vez se puso a
jugar con el patinete. Los otros niños se acercaron y viendo al pato le decían
a la niña: <<Sácalo de ahí que se va ahogar>> y la niña con mucho
mimo lo puso sobre el patinete y así, estuvieron patinando mucho rato. Después
los niños se fueron a casa, llevaron a Patán con ellos y preguntaban a su
madre: <<Mira mamá que patito tan bonito hemos encontrado, ¿lo podemos
dejar aquí?>>. Y la mamá de los niños decía: <<Pues ya lo podéis
cuidar vosotros, y ya sabéis, a cuidarlo bien, si no, lo llevaremos al corral
con los pollos y las gallinas>>.Y desde aquel día el patito Patan fue muy feliz,
los niños le hacían mil caricias y se lo disputaban para llevarlo cada día uno
en su patinete, a jugar al parque.
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