NUESTRA VIEJA ENCICLOPEDIA
Antonio disfrutaba con la charla de la mujer y le pidió que le contase como eran las cosas cuando ella iba a la escuela. Cándida que tenía tiempo y muchas ganas de hablar dijo:
–De pequeña yo andaba un poco malucha, hasta el punto y según me contó mi madre, que cuando tenía dos años un día pensaban que me moría, ya me tenían amortajada y cuando pedí agua a mi tía que estaba con mi madre se quedaron petrificadas.
Lo que más recuerdo son las cosas de la escuela: al poco tiempo de ir a ella por primera vez, vino una maestra nueva, estaba sustituyendo a otra y enseguida tuvo que marchar. La víspera nos reunió a todos los niños a la salida de clase para despedirse y nos fue besando uno a uno. A mí me dio mucha pena y fui a casa llorando, mi familia me preguntó qué me pasaba, cuando les dije el por qué, se echaron a reír. <<No te preocupes –dijeron–, ya vendrán muchas más>>. No sabía yo, hasta que punto iban a tener razón.
Era muy normal que cada año tuviéramos una maestra nueva. No teníamos muchos libros pero la señorita, solía traer algunos de su casa y de allí nos enseñaba un montón de cosas. A mí lo que más me gustaba era leer, aún recuerdo el libro “El Quijote” era de la escuela, estaba adaptado para niños y era muy divertido. –Y Cándida seguía diciendo–. Había días que en la escuela lo pasábamos muy bien.
Te voy a contar una anécdota que pasó un buen día:
La señora María y su marido Pablo tienen un hijo que se llama Jesús y una niña disminuida psíquica llamada Paulina, esta chica es muy simpática y habla con todo el mundo.
De pequeña no solía ir a la escuela, no sabía leer ni escribir pero su abuela le enseñaba a rezar, le cantaba canciones y ella lo aprendía enseguida.
Algunas veces en invierno entraba a la escuela con la señorita, ésta le ponía una silla a su lado y mientras los demás hacíamos deberes, ella trataba de distraerle. Un día la señorita, le enseñaba una estampa de la Virgen María y le preguntaba: <<¿Quién es esta Señora?>>, la niña no lo sabía y daba la callada por respuesta, después de preguntarle tres veces, la señorita decía: <<La madre de… la madre de…>>, uno de los alumnos se levantó de su pupitre y fue donde un compañero para preguntarle algo, la señorita lo llamó: ¡Pepito! y la niña respondió rápida y muy contenta: <<¡La madre de Pepito!>>, a los demás niños nos hizo mucha gracia y todos nos reímos. Después de decirle que era la Virgen María y la madre del Niño Jesús, la señorita le volvió a preguntar: <<¿Y sabes cómo se llama el padre del Niño Jesús?>> y la niña contestó sin dudarlo: <<¡Pablo!>>.
Ahora sí que todos soltamos una carcajada, la señorita nos castigó sin salir al recreo y nos puso dos cuentas bien largas de dividir. Yo después de hacer las cuentas escribí esta poesía.
Y Cándida recitó el poema de memoria.
¿ES NUESTRA AMIGA LA LUNA ?
¡Mamá, la luna nos sigue!,
¡mamá, nos sigue la luna!
Si me vuelvo para verla
saca la lengua y me burla.
¡Mamá, nos sigue la luna!,
¡mamá, la luna nos sigue!
Si yo la vuelvo a mirar
me guiña un ojo y sonríe.
Mamá, ¿qué quiere la luna
que no deja de mirarme?
Si me escondo, ella se esconde
y cuando salgo, ella sale.
Mamá, ¿es nuestra amiga la luna?,
pues cuando entramos en casa,
ella se queda parada
enfrente de mi ventana.
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