CASTELLANO AUSENTE
Escudo de Carrias
Corriendo senderos, cruzando veredas,
sin saber siquiera dónde reposar,
buscando aventuras y sensaciones nuevas,
en otras regiones quisiste arribar.
Queriendo curar heridas de ausencia,
buscaste anhelante a gentes hermanas;
soñando laureles, callando nostalgias,
gozoso caminas por tierras extrañas.
Dejaste las llanuras y los cielos de Castilla
y los campos y las mieses y los cantos de la era,
y dejaste a tu familia y quizá a tu compañera
y buscas otra ilusión recordando a quien te espera.
Y aunque no lo reconozcas es tu refugio tu tierra;
y en ella quieres estar, cuando te embarga una pena.
Y ves como pasa el tiempo y ahora tienes dos quereres,
el lugar donde resides y el pueblo al cual perteneces.
Tu pueblo te está llamando, te está pidiendo que vuelvas,
son tus profundas raíces que reclaman tu presencia.
Y recreas los recuerdos, las callejas,
las campanas de la iglesia;
las campanas de la iglesia;
y la pasión te desborda con una alegría inmensa.
Ya blanquean tus cabellos y a visitarlo regresas
y disfrutas con deleite de una calma placentera.
Y sin embargo, percibes una sombra de tristeza,
y un regustillo agridulce que te inquieta.
Y vuelves la vista atrás y, ¡es tan distinta tu tierra!,
y evocas tu juventud y ya nada es lo que era.
Y en tu añoranza, descubres a tus ancestros
que por ventura regresan, y pronto se desvanecen
envueltos en bruma y niebla.
Pero… ¡ay!, que tú ya tienes el corazón dividido
y entre tu tierra y tu hogar el cariño repartido.
Y mañana volverás a tu otra tierra,
la que te acogió amorosa, y llevarás en el alma
una gran melancolía y muchas horas gozosas.
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